Últimamente he escrito bastante sobre lo femenino y el/la niñ@ interior. Pero para equilibrar esta imagen y conectarlas más completamente, me gustaría escribir sobre lo masculino. Según la psicología analítica de Jung, las mujeres tenemos un Animus, el lado masculino de nuestra psique; mientras que los hombres tienen un Anima, el lado femenino de su psique. Hoy en día, tanto la sociedad como el mundo de la psicología han evolucionado hacia el reconocimiento del hecho de que el género es un espectro e incluye también identidades no-binarias.
Aunque en un principio estos conceptos Jungianos parecen ir en contra de esas identidades, en realidad lo apoyan si lo entendemos desde el punto de vista que tod@s tenemos todas las facetas humanas en nuestra psique y que algunas se destacan a través de la personalidad, la educación, cultura, expectativas y experiencias. Por lo que el Anima/Animus es simplemente las facetas interiorizadas que equilibran nuestro ser, independientemente de nuestra identidad de género. Como yo me identifico como mujer, voy a utilizar el nombre que Jung utilizó para el ser masculino interior de cada mujer.
Al principio, entendí el Animus como la parte de mi psique que me ha permitido, a lo largo de los años, a hacer uso de mi pensamiento, no sólo para comprender el mundo, sino para llevar a cabo estudios académicos que me han satisfecho y enorgullecido.
Sin embargo, cuando traté de entender cómo el animus afecta mi comportamiento fuera de un aula o entorno educativo, no me quedaba claro y leyendo los libros de Jung me frustró porque no conseguía ir más allá del concepto cognitivo ni identificar una figura masculina en mi psique.
Emma Jung describió el Animus como un consejo de hombres en lugar de una sola figura masculina. Esto me recordó al grupo de personas con la que siempre he "hablado" cuando he tenido que tomar decisiones o simplemente en los momentos en los que "hablo" conmigo misma. Esto comenzó a darme una idea del papel que juega mi animus en mi vida diaria, observando y guiando mis decisiones y pensamientos.
Sin embargo, siempre había considerado que ese "consejo", estaba compuesto tanto por hombres como por mujeres. En mi experiencia, las voces femeninas eran más decisivas y los masculinos simplemente amplificaban esa voz femenina como ánimo o crítica.
Shinoda Bolen concibe la psique de la mujer como un consejo en el que participan las diosas griegas, arquetipos de diferentes aspectos femeninos. Reconozco que algunas de las mujeres de mi psique podrían representar algunos de los arquetipos presentes en las diosas griegas. Atenea y Artemisa parecían haber influido mis actividades académicas y mi determinación. La adaptabilidad de Perséfone parecía haberme permitido hacer amigos dondequiera que fuera y la necesidad de Demeter de nutrir y cuidar parecía haber hecho que mis años como cuidadora fueran llenas de satisfacción y plenitud.
Revisando mi diario de sueños, comencé a ver cómo los hombres dentro de este consejo empezaban a definirse cada vez más. Vi cómo reflejaban mis miedos, valores y anhelos, y cómo mi relación con ellos se había desarrollado a través del proceso analítico desde el no hacerles caso al principio, hasta la interacción cautelosa y, ocasionalmente, hasta permitir que me guiaran.
Esa relación inicial que tenía yo al principio con mi Animus se ha solido llamar el Animus negativo y diferentes psicólogas han escrito sobre la importancia del humor, el juego y la creatividad como catalizadores del cambio necesario para que ocurra esa transformación necesaria para conectar y desarrollar la relación.
Según Jung, el arquetipo del niño contiene la inocencia y la posibilidad futura de transformación que creo que son necesarias para conectar con el Animus abiertamente, sin estar a la defensiva.
Debido a esto, creo que participar en un proceso de Dramaterapia puede ofrecer la oportunidad para la exploración creativa, fomentar el juego y el humor necesarios para el desarrollo personal. Si te interesa explorar este aspecto de tu psique, haz una cita para una sesión online conmigo.
Un abrazo.
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