A veces los seres humanos nos contradecimos por completo. Pedimos cambios a nuestro entorno y a tod@s l@s que están a nuestro alrededor; al tiempo, familiares, políticos, compañer@s de trabajo... Pero cuando nos toca cambiar a nosotr@s, amoldarnos, alejarnos del camino que habíamos establecido, nos aferramos a lo que nos es conocido, nos endurecemos y volvemos rígidos. De repente el mundo feliz, bonito y lleno de luz en el que vivíamos se convierte en todo lo contrario y nos escondemos.
Ese endurecimiento muchas veces despierta el enfado, la tristeza, preocupación, malestar, frustración. Pero debajo de todo eso suele haber una resistencia al cambio, miedo a lo desconocido. Por no enfrentarnos con eso que nos es desconocido, nos organizamos todo el día, todos los días. Llenamos la agenda sin dejar ningún hueco, cuantas más cosas hagamos, habrá menos sorpresas y cosas desconocidas. ¿Cuántas veces he pasado dos minutos esperando a un autobús o un@ amig@ y casi sin darme cuenta he sacado el móvil para hablar con alguien, mandar un mensaje o mirar fotos y memes?
Todo eso para evitar el hueco, para que no me surjan ideas, sensaciones o sentimientos desconocidos mientras me tomo un respiro, o que no me hable algún@ desconocid@. Pero ayer fui a la plaza del pueblo, a la farmacia. Me puse en la cola y enseguida, sin pensarlo, mi mano empezó a buscar mi móvil, y no lo encontró. Me lo había dejado en casa. Por un momento no supe qué hacer, ¿Y ahora cómo tengo que estar en la cola de la farmacia? Respiré hondo, relajé la tensión de los hombros y estuve en la cola. Mirando a la gente que había en la plaza, saludé a la panadera y empecé a notar los rayos del sol sobre mi piel, notando cómo el calor se esparcía por mi cuerpo y enseguida se me puso una sonrisa en la cara, respirando tranquila y en el camino a casa decidí ir por el bosque, un camino un poco más largo, pero mucho más bonito y tranquilo, y ¡Qué bello!
Ese pequeño cambio, cambió por completo mi día. Me sentí mejor en mi cuerpo, mi respiración y estado de ánimo. Así que os animo a dejar algún que otro hueco en la agenda para sentir los rayos del sol, respirar hondo y abrirle la puerta a lo desconocido.
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