Esta semana estoy muy cansada. Se me han acumulado un montón de proyectos con los que me he emocionado y sin darme cuenta se me han llenado las últimas semanas con muchísimo trabajo.
Esto quiere decir que estoy cansada, pero siento la energía y el impulso de la creatividad del comienzo de cosas nuevas. Puede que esto suene paradójico, pero la vida está llena de paradojas, porque somos seres humanos complejos.
Una de las paradojas es que me he emocionado con estos nuevos proyectos; preparando directos para el canal de YouTube, planeando muestras para los miércoles de verano, repasando y renovando la web (explora la nueva web y dime qué te parece!). Todo esto ha estado lleno de movimiento, energía, creatividad y alegría.
Al mismo tiempo, me he encontrado cara a cara con algunos de mis mayores miedos. Miedos de no ser suficientemente perfecta, de que no le guste a nadie lo que hago, de que igual no sé suficiente, aunque me he pasado los últimos 15 años trabajando y estudiando, profundizando mi conocimiento y consiguiendo un grado universitario y un máster (síndrome de impostora, ¿yo? ¿Qué te hace pensar eso?).
Ese miedo, ese auto-sabotaje y mis bloqueos psicológicos me suelen llevar a la inactividad, a congelarme y paralizarme, a drenarme de toda energía y a querer aislarme del mundo. Esta paradoja entre mi creatividad y mi propio poder de (auto)destrucción, me lleva a este trabajo interno de encontrarme con mis miedos y conectar con ellos, entenderlos sin juzgarlos y entender que los necesito para evaluar si de verdad quiero seguir adelante.
No es fácil, sigo en ese mismo diálogo y me drena de energía, pero sé que cada vez que algo me enfrenta a mis miedos, me voy conociendo mejor, me entiendo mejor y consigo ganar nueva perspectiva sobre mi vida, quién soy y quién quiero ser.
El comienzo de algo nuevo siempre nos lleva a este enfrentamiento, a esta paradoja de creación y destrucción que nos hace enfrentarnos a nuestros miedos, pues nos acerca a la inseguridad, a la precariedad de la vida, incluso a nuestra propia vulnerabilidad ante la vida y el poco control que tenemos sobre ella.
Ese baile con lo desconocido es lo que más me ha enseñado durante toda mi vida. Conocer a alguien nuev@, empezar una nueva relación, hacer un trabajo por primera vez, viajar a un sitio nuevo. Cada paso me enfrenta a mi misma y a mi propia vulnerabilidad que, paradójicamente, me demuestra mi fuerza también.
De la misma manera que el sol de la mañana se enfrenta a la oscuridad de la noche, estos son los momentos de movimiento y descubrimiento más importantes que he vivido. En la mitología egipcia esta experiencia la representaba el dios Aker.
Aker acompañaba a los fallecidos en el inframundo hasta llegar a un lugar tan profundo y oscuro que su propia luz desaparecía. Nadie sabía qué ocurría en esa oscuridad profunda, pero de ahí surgía la nueva luz que llevaba a la gente a su reencarnación.
Este mismo proceso lo vivía Ra, dios del sol, cada noche y cada amanecer, lo llamaban "el renacer de la consciencia después del viaje en el mar nocturno". Este renacer de la consciencia es exactamente lo que buscamos en procesos de terapia y autoconocimiento.
Os invito a que exploréis las paradojas en vuestra vida con curiosidad, para ver qué surge del inconsciente que puede que os ayude.
Si sientes que este es un proceso en el que necesitas apoyo, cuídate, no sigas adelante hasta encontrar el apoyo de familiares, amig@s y/o algún profesional. Si sientes que la terapia Sésamo es el apoyo terapéutico que necesitas, no dudes en hacer una cita, tienes toda la información en la web.
Un abrazo
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