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Foto del escritorLaura Leoz Dramaterapia

VOZ INTERIOR

Esta primera semana de septiembre ha tenido que lidiar con mucho. El verano se acaba y tod@s hemos estado al tanto de los cambios que eso traería, la vuelta al colegio, al trabajo, posibles refuerzos a las medidas contra el COVID, el impacto de todas estas cosas en nuestra “nueva normalidad” que todavía no se ha establecido ni normalizado del todo.


Ha sido interesante observar las reacciones de la gente, el desafío ante las medidas de seguridad, la incertidumbre ante los datos ofrecidos por los medios de comunicación, la sospecha ante decisiones tomadas por las autoridades. Mientras otr@s asumían el papel de protectores del público en general, echando broncas, dando sermones e intentando imponer las reglas a tod@s l@s de su alrededor, defendiendo con fuerza las autoridades y los medios de comunicación en los que han puesto toda su fe.


La mayoría, yo creo, oscilamos entre estos dos extremos, según el día que tenemos, las noticias que nos llegan y lo cerca que nos tocan ciertas situaciones. No hay una respuesta “buena” a nuestra situación actual, lo cual dificulta el saber qué hacer, decir y sentir. Miramos hacia l@s demás, pero recibimos tantos mensajes, tan diferentes y todos expuestos de manera tan apasionada que nos convencen fácilmente.


La dificultad de esta situación no es en saber a qué persona/polític@/periódico creer, si no el poder escuchar todas esas voces sin tomar ninguna como la verdad absoluta. El escuchar a nuestra propia voz interna, darle valor y confiar en nosotr@s mism@s. Tenemos que encontrar el equilibrio entre escuchar y tomar en cuenta todas las voces externas, mientras le damos espacio a nuestra voz interna y confiamos en ella para tomar la mejor decisión para nosotr@s, sin intentar imponérsela a l@s demás.


Yo intento tomarme unos minutos cada día para meditar, conectar con lo que está en mi cuerpo, mente y corazón cada día, para tener presente cómo estoy y aceptando que voy a cambiar, si no es a diario, muy a menudo, sin juzgar esos cambios. Después de esos minutos de meditación suelo necesitar mover mi cuerpo, pues siento mi propia inquietud que parece reflejar la inquietud que observo y siento también a mi alrededor. Así que pongo una o dos canciones para bailar y dejarme llevar por algo que me mueve desde dentro y que muchas veces me lleva a cantar o tararear, librando así mi cuerpo y mi voz, aunque sea solo por unos minutos.


¿Cómo conectas tú con tu propia voz interior? ¿Te podría ayudar la dramaterapia en eso?




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