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A veces nos toca tomar decisiones que no son fáciles, porque no hay una sola respuesta correcta. Muchas veces siento que debería ser como un río, fluyendo, siguiendo adelante, dejándome ir y viendo lo que me depara el paisaje cambiante de mi vida.
Un río no para antes de saltar una cascada, se deja caer y que sea lo que tenga que ser. A veces me pongo bajo presión para ser como el río. Me reprocho mis miles de proyecciones hacia el futuro de lo que puede que pase si salto, si no, si salto así o asa, aquí o allí, ahora o mañana... repaso las mil y una posibilidades y me encuentro con que no puedo adivinar con ninguna certeza y eso me paraliza.
En esa quietud me siento decepcionada conmigo misma, porque no estoy dejando que fluya como el río. Puede que mis decisiones sean igual de inconsecuentes para el mundo como el caudal del riachuelo en el monte.
Pero para mí es muy importante el camino que voy a seguir, por dónde voy a pasar y saltar, y por dónde no. Mi vida tiene sentido por esos saltos y cambios de sentido, por las laderas del monte que decido atravesar y los valles en los que me adentro.
Entonces me doy cuenta de que no soy sólo el río. También soy el pueblo que depende del río para beber, limpiar y vivir. Por eso a veces tengo que tomar decisiones que cambien el caudal del río. A veces tengo que construir una presa, para que haya suficiente agua en mi camino para asegurar que tanto el río como el pueblo puedan seguir su camino y no sólo sobrevivir, si no vivir plena y vitalmente.
Esto quiere decir que en momentos de decisión, a veces necesito poder saltar la cascada y dejar fluir lo que tenga que ser.
Pero otras veces necesito construir una presa, darme tiempo para recogerme, estar conmigo misma, dejando fluir un mínimo para cumplir mi propósito.
Ahora mismo estoy en una de estos momentos. Con los cambios de confinamiento; cambios personales en mi familia; cambios mundiales de valores, prioridades y estilo de vida; no sé muy bien qué camino quiero tomar, cómo quiero seguir adelante como persona, como profesional y como terapeuta.
Siento presión por muchos lados de decidir un plan y ponerme a ello cuanto antes, de no divagar más. Pero mi voz interior me está diciendo que todavía estoy filtrando, procesando y necesito esperar. Que toda la tierra y el barro que he traído de la ladera del 2020 y enero del 2021, tiene que asentarse para poder ver claramente cuál es el camino a seguir para ofrecer a mi río y a mi pueblo un agua pura y cristalina.
Así que, por ahora, me quedo en mi presa. Dejando fluir un mínimo para sostener el ecosistema, pero guardando la mayoría de mí misma para mi, para mi reflexión, filtración y purificación. Para así poder dejar fluir un abundante río de agua cristalina que perdurará y aguantará en el tiempo.
Si te sientes identificad@ en estas dificultades y reflexiones y te gustaría conocer y explorar más a fondo tu propia relación con tu voz interior, las presiones externas, la necesidad de tomar decisiones y/o la incertidumbre de nuestra vida ahora mismo, no dudes en concertar una cita conmigo.
Un abrazo
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